La Colonia y Pedro Gordo.



En estas fincas estuve cazando muchos años,  cuando era  propietario don Lorenzo Guich Lamo de Espinosa, valenciano, vecino de Requena y primo del que fue ministro de agricultura del gobierno de la desaparecida UCD, D. Jaime Lamo de Espinosa.

Las fincas están en los términos municipales de Azuaga y Maguilla, eran excepcionales para  cereal, las refresca el río Matachel,  tiene unos barrancos  de coscojas y chaparreras preciosos que en aquellos años estaban llenos de conejos igual que el río de tamujos y en sus tablas patos azulones.

El conejo era un serio problema para los cultivos, todos los años venían unos ceperos de la sierra norte de Sevilla y le cogían, por el mes julio, unos miles más los que yo le quitaba con  perros, hurón y escopeta. También se daban dos días de ojeo a perdiz y liebre.  Con solo doce puestos se solían abatir de mil quinientas  a dos mil piezas. Las tórtolas eran plaga, los plantíos de girasol le tenían todas las tortas hasta la mitad comidos.  Con unos valencianos, joyeros que compraban las tiradas todos los años cobrábamos unos cuantos, miles yo me encargaba de preparar los puestos con la suficiente antelación para que el día indicado todo estuviera dispuesto al milímetro. Un día abatí ciento cuarenta y siete tórtolas, tres palomas torcaces y un conejo que cogió el Kissin, por la mañana ciento diez.  Me lisié el hombro, pues no estaba acostumbrado a tirar con mi Benelli, me hizo un hematoma en el hombro que imponía, aunque me lo vendaron y continué bajando piezas con mi paralela del calibre veinte, era tarde, pues a cada tiro el dolor era insoportable, a pesar de mi estado cobré casi cuarenta más, si no es por este contratiempo no sé las que hubiera abatido, pues durante más de dos horas tenía siempre por delante jabardillos a elegir, gustaba tirarlas altas y hacer dobletes, conseguía muchas y quedaba campeón gracias al Kissin, pues no me movía del puesto el perro me las traía casi todas y eso era una gran ventaja, aparte estaba muy entrenado con la escopeta. El tirador se hace tirando.

En los ojeos me encargaba de buscar los secretarios que eran gente de Quintana, los llevaba cobrando su jornal. Un día en uno de los ojeos cayeron una perdiz con un tiro en la cabeza y al otro lado del río, que llevaba una crecida que imponía, de vez en cuando pegaba un salto, la veíamos  todos los asistentes, escopetas, secretarios y ojeadores, más de cincuenta hombres algunos con perros y como estaba al otro lado  los que tenían perros trataban de mandarlos arrojándoles piedras para atravesar el río y cobrar la perdiz. Los perros ladraban pero nada, no se atrevían a tirarse al líquido elemento, entonces le dije a Don Lorenzo, ahora me voy a lucir ya verá usted, me fui a la orilla y en uno de los botes que dio la perdiz la vio el Kisin, me miró, lo mandé cobrar, sin vacilar se tiró al río arrastrándolo la corriente río abajo más de cincuenta metros.,  ganó la otra orilla cogió la perdiz  corrió  río arriba a pasar por unas pasaeras de piedras enormes que había, lo sabía porque había pasado por allí conmigo infinidad de veces, cuando cazábamos. En la cuarta o quinta piedra se resbaló cayó al agua pasó por delante de todos arrastrado por la corriente hasta que logra ganar la orilla, venía con la perdiz embocada y orgulloso como siempre, llegó ante mí se sentó  y  se la cogí, la ovación con aplausos y vítores duró lo suyo.

Solía ir siempre de secretario con Vicente Cerdán, joyero de Valencia, me dejaba doblar el puesto con él, los montones de perdices que hacíamos eran enormes entre las que matábamos y las que les quitaba  el Kissin a otros puestos. Me decía su cuñado: ¡Paco! ata el perro ¡cojones! que le va el “virle”....jijijij …. lo ataba pero a Vicente  le gustaba quedar campeón y me rogaba: ¡suelta al perro...suéltalo!. Había veces que no nos creíamos las que juntaba detrás de nosotros.

El día de la perdiz en el río asistieron al ojeo gente muy importante entre ellos el ministro D. Joaquín Garrigues Walker, con su hermano y un portugués que tenía una empresa de más de mil obreros. Después de almorzar me llamó don Lorenzo a parte y me dice que el sr Víctor, el portugués,  me quiere comprar el perro. Mi respuesta fue que no había dinero en el mundo para comprar ese animal. Ante mi negativa se vino a tratar directamente y de golpe me ofreció cien mil pesetas en su medio castellano que hablaba, le dije que no , que el perro era como un miembro de mi familia y que no lo vendía, subió varias veces la oferta hasta ofrecerme doscientas cincuenta  mil pesetas,  don Lorenzo se enfadó conmigo, me dijo que estaba loco por despreciar esa cantidad, mi respuesta fue que ni por el Jaguar que  llevaba y su acompañante rubia espectacular que lo acompañaba se lo daba.

Al día siguiente se lo conté a mi tío José, se enfadó conmigo, argumentaba que el perro tenia ya siete años y le quedaban pocos buenos. Llevaba razón pero era mi amigo y en su vida me metió muchísimos duros en la cartera y por el cazaba en esas fincas, pues en los días de ojeo era la vedette, cobraba todas las perdices desaladas que caían y don Lorenzo que no he visto persona que le gustara mas el dinero se ponía loco con sus cobros, pues eran mil pesetas que le metía . 

También me lo quiso comprar Paco Gómez de Zafra un día cazando en otra finca, ubicada en la Serena,  la Fuente de los Romeros, este tenia un criadero de bretones, Valhondo se llamaba, lo invito mi primo José Dávila y se presentó con una furgoneta de podencos, ante mi negativa a cazar con semejante recova le dije que se fuera con su acompañante y cuando cansara los podencos echábamos un rato y veía el perro. El optó en venirse conmigo, su amigo y mi primo con los podencos por otra parte de la finca. En una cañada de pasto y cardos que es lo que predomina en la Serena empezamos a cazar, conejos había más que hormigas y el perro a cada momento se quedaba de muestra yo miraba y cuando el conejo me veía con un simple movimiento de la mano se tiraba y lo trincaba en la cama...jjj

Cuando llevaba yo que sé cuantos, muchos , me dice Paco, tocayo qué hemos venido a ver coger al perro conejos o a tirar algunos tiros. La verdad que no me fiaba de él, por ese motivo prefería que los cogiera, pero en fin, rogándole por Dios que tuviera mucho cuidado le mató los que quiso.

De regreso en Quintana en el bar del Campanario me ofreció cien mil pesetas, le dije que no lo vendía y venga y dale, pide por el, que no…, así nos pusimos de cervezas bien y se fue para Zafra sin el Kisin. Me dejó una cachorra casi blanca entera para que se la pudiera la MINA con su pedigrí y todo  se pegó detrás de mi casi una temporada sin cazar, al final un día de buenas a primeras rompió y si le maté alguna cacería. El día que se la llevé a Zafra le compré un teckel, el PANCHO lo había adquirido en el criadero de la Infanta Alicia, era de pelo jabalí le di diez mil pesetas que era lo que él había pagado, fue la mascota de mi hermana Pilar y mía, pues entonces estos perros eran poco conocidos por estos pueblos. Ya contaré algunas anécdotas de él.

Bueno y de la campiña de Azuaga río Matachel nos hemos ido a la Serena de Orellana y río Zújar.....seguiremos en el entuerto.




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