De casta le viene al galgo.
Y de casta nos viene a los quintanejos la afición al perro galgo. Os voy a contar algunos retazos de mis antepasados que fueron galgueros y yo también.
Mi bisabuelo paterno, Diego Rey Barquero, el tío Diego Rey “Tirito” y sus hijos fueron muy aficionados a los galgos, tuvo un perro macho con gran fama en nuestra comarca, me contaban mis tíos José y Alonsillo “El Carnicero” que era grande como un caballo, de capa blanco y superior corriendo, aguantando hasta reventar las liebres ya que carecía de boca, es decir que las agotaba en carrera o las encerraba y se echaba encima de ellas hasta que llegaban los cazadores y concluía el lance. En una ocasión encerró una liebre en una encina de la Reyerta y el tío Diego Tirito y su sobrino Alonsillo le prendieron fuego para que saliera, la liebre no salió, la encina ardió y tuvo que pagar treinta duros de multa por quemarla. El perro se llamaba “Bomba” y ya viejito en casa les daba pena sacrificarlo, a mi bisabuelo se le ocurrió se lo llevaran unos “yerbacuajeros” del pueblo que recolectaban “yerba” en la zona de Medina Sidonia y Naveros en la provincia de Cádiz y lo soltaran cuando llegaran allí, estos iban en burros y así lo hicieron; al llegar a Medina lo soltaron, pero gran sorpresa por parte de mi bisabuelo al tener al animal a la semana siguiente en Quintana, muriendo ciego y sordo en la que es hoy mi casa.
Otra perra que tuvieron mis ancestros fue la “Cota”, todavía algún viejo galguero se acuerda de lo famosa que fue en su día. La perra era hija de una galga que mi tío Marcelino Rey compró a unos “peceros” de Campanario un día que se juntaron pescando en el Guadalefra, la probó, le gustó y la compró. Se llamaba “Lipa”, era verduga clara, grande y pura española, como todo lo que entonces había. La perra la cruzaron con un galgo inglés, viejo, retirado y tatuado que compró mi tío José en Puebla de Alcocer, de ese cruce salió la perra “Cota” que marcó un antes y un después en los galgos de aquella época. Me contaba mi tío que iba con la madre y la hija al pozo el Piojo en la yegua Gitana, que compró mi abuelo Paco Rodríguez en Cazalla de la Sierra, refrescaban a las perras en el pozo les ponía seis u ocho liebres y pa casa con su primo Alonsillo a la grupa. Alguna vez que se juntaron con campanarios, estos decían “aohijo” cuando arranca la Cota parece que las liebres se paran. Un día le saltó un matacán en la Matabajo y se quedó sola con él yendo a encerrarlo a la Marquesa, mi tío la corrió con la yegua. Otra matacán le saltó en el Censo y se vino a encerrar a las Vegas de Casimiro, se quedó la Cota solo con ella y mi tío la animaba desde la yegua con un: ala Cota, “ala Cota, la perra se apretaba pero aquella liebre se le ponía a cinco o seis metros y nada, se encerró en un villar de piedra, la cogió mi tío y era poco más grande que un conejo y patas enormes. La perra se la llevó don Pepe Cárdenas que era amigo de mis tíos, en la finca de este Mataborracha la vio correr y se la quiso comprar ofreciéndole una respetable cantidad de dinero, pasados unos años se la regaló dejando algunas crías en Quintana, su papa Cagate crió dos y alguna otra él sin servir ninguna.
Como colofón voy a contar algo de mi tío Alonsillo el Carnicero, a este si le recordaréis casi todos pues regentó muchos años el bar de la Perdición, tenía tal la afición que muy anciano cazaba todos los días, cogía su perro o perra de turno y daba su vuelta por las huertas del pueblo, cazaba muy despacito y era como un podenco registrándolo todo, raro era el día que no le ponía su liebre a su perro Canalejas pues sabía buscarlas como nadie, se las sabía todas y las veía a casi todas encamás, luego venía a contarnos la gesta a mi tío José y a mi que se me caía la baba escuchar tantísima sabiduría de cómo relataba con pelos y señales como las buscaba hasta descubrirlas, fue un galguero de casta irrepetible.
Bueno ya está bien por hoy, un saludo a mis amigos galgueros y que no decaiga la afición, vuestro amigo.