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Mostrando entradas de marzo, 2018

El Yate.

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  Cuando vine de la mili, vivía con mis tíos José y Beatriz, que no tuvieron hijos, a mi me consideraban como suyo y de hecho heredé de ellos la casa que vivieron que fue de mi bisabuelo Diego Rey y el cortijo de la Viña con su bodega y tierras. Como con diecisiete años me negué a seguir encarcelado en el colegio Claret de don Benito, me puse a trabajar y aprender el oficio de mi tío  y mi bisabuelo Diego que fueron almacenistas de pieles y lanas, también bodegueros. Le pedí a mi tío el camión que teníamos para el transporte en los negocios ,  me puse por mi cuenta a comprar chatarra pues tenía buen precio y Juan Antonio del Pozo vecino de Quintana, pielero, afincado en Azuaga compraba mucha, me dio precio y por los cortijos y donde podía fui reuniendo una buena cantidad,  una vez juntados los kilos que cargaba el camión se la llevé y me la pagó a doce pesetas,  dos más de lo que me había dicho. Siempre se portó muy bien conmigo, cuando iba n...

La Colonia y Pedro Gordo.

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En estas fincas estuve cazando muchos años,  cuando era  propietario don Lorenzo Guich Lamo de Espinosa, valenciano, vecino de Requena y primo del que fue ministro de agricultura del gobierno de la desaparecida UCD, D. Jaime Lamo de Espinosa. Las fincas están en los términos municipales de Azuaga y Maguilla, eran excepcionales para  cereal, las refresca el río Matachel,  tiene unos barrancos  de coscojas y chaparreras preciosos que en aquellos años estaban llenos de conejos igual que el río de tamujos y en sus tablas patos azulones. El conejo era un serio problema para los cultivos, todos los años venían unos ceperos de la sierra norte de Sevilla y le cogían, por el mes julio, unos miles más los que yo le quitaba con  perros, hurón y escopeta. También se daban dos días de ojeo a perdiz y liebre.  Con solo doce puestos se solían abatir de mil quinientas  a dos mil piezas. Las tórtolas eran plaga, los plantíos de giraso...

Mi paso por la mili

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En el mes de Julio del año 69, por las fiestas de la Velada de mi pueblo nos llevaron a los quintos de aquel reemplazo a Obejo Viejo, campamento de reclutas y Llano Amarillo que dictaba unos tres km de los barracones donde dormíamos. Aquello era inhumano por las condiciones que reunían las instalaciones. Consistían en naves con techo de Uralita y paredes de bloques , el calor era asfixiante y los millones de mosquitos nos achicharraban a lancetazos, dormíamos porque el cansancio nos rendía y porque algún veterano nos apuntó que el poleo ahuyentaba los mosquitos. Nos dieron unas sabanas color casi chocolates y con ellas tuvimos para el tiempo que duró aquel infierno. Nuestras necesidades las hacíamos en el monte, era un espectáculo bochornoso ver como estaba de mojones de todos los colores. Yo comía una vez al día, en unas cantinas que había dirección al pueblo ya que la comida del rancho se me metió en la nariz el olor a asperón, con lo que lavaban las perolas, y me producía arcadas. C...

Retazos de una pasión.

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Tengo una larga experiencia en la práctica cinegética; me inicie con mi tío abuelo José cuando andaba en pantalones cortos y ya paso del medio siglo. He tenido y cazado con casi todas las razas de perros. Avatares de mi profesión , hace ya más de treinta años, me llevaron a un bonito pueblo de la sierra de Huelva, Calaña. Allí me regalaron una podenca de pelo duro, de la que entre otras muchas cosas, recuerdo que mi madre decía que no había visto, ¡ y ya pasaron perros por casa!, perra más viva y más lista que "LA CALAÑA", que así  la llamábamos.        De su valía para que hablar, si era mi fiel  compañera de domingos por los maravillosos montes locales de los ARRAZAUCES y otros  tantos encantadores parajes extremeños donde la caza era abundantisíma y producía un placer y un deleite difícil de explicar con palabras, son cosas que se sienten o no se entienden. Mi Calaña era superior a todos, nunca se rendía, su porte, su elegancia c...